EL PROFESOR, UN LÍDER EN EL PROCESO DE APRENDIZAJE
Dr. Marino Latorre Ariño
Universidad Marcelino Champagnat
Lima - 2017
Profesor, líder en el proceso de aprendizaje
¡Sí!, el profesor tiene que ser líder del proceso de aprendizaje, no tanto de la
enseñanza. El profesor líder se plantea como objetivo de su labor educadora,
no tanto enseñar contenidos al estudiante, cuanto enseñarle a que aprenda los
contenidos por sí mismo, de manera autónoma, independiente y responsable.
En consecuencia, la tarea del estudiante consistirá, más que en aprender lo
que el maestro enseña, en aprender cómo se aprende lo que el maestro quiere
que aprenda. La tarea del profesor no es enseñar, –porque nadie puede
enseñar si otro no quiere aprender-- sino “poner las condiciones para que el
estudiante pueda aprender”.
La competencia de “aprender a aprender” se convierte en el eje sobre el que
gira todo el proceso de aprendizaje por capacidades-competencias.
El humanista M. de Montaigne, en el siglo XVI, ya dijo que “la educación no es
llenar un cubo de agua, sino encender una llama”. Podemos decir, que el mejor
profesor no será aquel que se dedique a “llenar botellas echando cubos de
agua” (tarea por otra parte imposible) sino a “encender llamas”; se enciende
una llama suscitando el interés, la curiosidad, y el deseo de seguir aprendiendo
durante toda la vida. Pues, como decía R. Whately, “enseñar a quien no tiene
curiosidad por aprender es como sembrar una campo sin antes ararlo”.
Hay docentes que manejan, consciente o inconscientemente, el “modelo
bancario” (Freire, P.) o el “modelo del camello” (Merieu, Ph.) según los cuales,
los docentes hacen depósitos de respuestas prefabricadas correctas en la
mente de los estudiantes, que una vez almacenados en la memoria, el
individuo las utilizará cuando sea conveniente. Si los docentes no llegan a
comprender que, en la sociedad de la información, el conocimiento se
construye de forma progresiva por cada individuo mediante la formulación,
corrección y reformulación de sus modelos mentales, sus patrones de
interpretación, sus teorías explicativas, etc.; si no es así no hay posibilidad de
responder a las exigencias educativas de la sociedad contemporánea.
El líder en educación sabe “pasar de la pedagogía de la copia y reproducción a
la pedagogía de la creación y producción; de la pedagogía del individualismo a
la pedagogía de la colaboración; de la pedagogía de la repetición de hechos y
conceptos a la pedagogía de la solución de problemas y de indagación
guiada… Las aulas deben ser verdaderos talleres y laboratorios; lugares de
búsqueda, experimentación y creación” (Pérez Esclarín, 2007). “No se aprende
escuchando al profesor y repitiendo lo que dice; no se aprende memorizando
guías y lecciones. Se aprende buscando, experimentando, reflexionando,
discutiendo, confrontando, creando, inventando soluciones, resolviendo” (Pérez
Esclarín, 2007) y equivocándose, pues el error es parte del aprendizaje.
La clave de todo para conseguir esto es formular buenas preguntas y que el
profesor dé buenas respuestas (que no resuelvan la pregunta del estudiante
sino que les oriente hacia la búsqueda de la respuesta). Esa son las buenas
respuestas.
El buen profesor evita el monopolio de la palabra; habla y deja hablar.
Considera la participación de los estudiantes como una contribución a los
aprendizajes.
Para concluir os dejo con esta frase de J. J. Rousseau: “Si conseguís que el niño
quiera aprender, lo hará, sea cual sea el método que utilicéis”.
REFERENCIAS
Pérez Esclarín, A. (2007). Educar es humanizar. Madrid, España: Nancea.
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