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Juan Cadillo: uno de los mejores profesores del mundo está en Huaraz

Juan Cadillo - Fundación Telefónica
Conoce al maestro que más allá de lucir sus 10 premios por innovación, cree en la autonomía de sus estudiantes para convertirse en productores de información.

Hoy no es un día cualquiera en el distrito de Shancayan, Huaraz. Hoy es el segundo día de la segunda mitad del año escolar y los alumnos ingresan a la Institución Educativa Jesús Nazareno con esa ilusión feliz de aprender por medio de la tecnología. El profesor Juan Cadillo —terno oscuro y cabello bien peinado— entra al colegio con calma. Tiene 45 años, 25 como docente, dos carreras profesionales y decenas de alumnos que lo ven como el mejor profesor del mundo. De su bolsillo, saca unas llaves para desarmar las varias capas de seguridad que tiene el Aula de Innovación, un espacio de creación dentro de este colegio donde los alumnos suelen aprender con tecnología y que Cadillo tiene a su cargo.

Cadillo es una especie de estrella en este colegio. Por su constante trabajo creando herramientas y estrategias que mejoren la educación de niños de primaria, este hombre logró figurar entre los 50 mejores profesores del mundo, al mismo nivel que docentes innovadores de Alemania, Canadá o China. En una de las paredes de su aula, el profesor ha colocado un collage de fotografías de las ceremonias en que recibió algunos de sus 10 premios, incluyendo las Palmas Magisteriales. “Fue uno de los momentos más emocionantes porque es el máximo reconocimiento a un docente por parte del Estado”, cuenta orgulloso.

Pero los premios de Cadillo son más que adornos en la pared. Esos reconocimientos le han permitido implementar los espacios donde ejerce su labor. Allí están las laptops donde los niños hacen sus creaciones y también la pizarra Smart que ahora enciende y que obtuvo como premio de un concurso organizado por la Fundación Telefónica en 2010.

Enciendan las computadoras

En muchos colegios, el recreo es una oportunidad para escapar de las aulas, pero en la Institución Educativa Jesús Nazareno es más una nueva opción de aprendizaje feliz. A los pocos segundos de que haya sonado el timbre, cerca de 20 niños entran corriendo al Aula de Innovación. Saben que las puertas están abiertas en el momento que deseen o necesiten, para investigar sobre algún tema que están estudiando en clase o para jugar con las herramientas que el profesor Cadillo creó. Al menos tres niños dicen a la vez: “Profe, mire”, “profe, ayuda”, y en ese momento Cadillo entra en acción: se desplaza por todo el ambiente con rapidez, con un movimiento tan acelerado que pareciera que le queman los pies. 

Jefferson León, del 4to grado, crea un cuento sobre un niño que no podía ir al colegio porque no tenía zapatos. Lo hace en el “Cuenta cuentos”, una de las herramientas digitales que creó Cadillo para que los alumnos imaginen, diseñen y programen sus propios libros de historias animadas. Con esta herramienta, se estimula la creación de textos y la mejora de la ortografía. La segunda carrera de Cadillo, ingeniería de sistemas, le brindó los conocimientos necesarios para crear herramientas que potencien las habilidades de sus estudiantes.

Este profesor que parece que viniera del futuro también ha elaborado juegos de realidad aumentada para enseñar diferentes operaciones matemáticas. Su última acción es la implementación de una intranet que sirve de repositorio para todas las herramientas digitales que aporten en el aprendizaje de sus alumnos. Con ellas, se desarrollan habilidades blandas en los estudiantes. “Se desenvuelven mejor, tienen mayor capacidad de comunicación y se dan cuenta de qué cosas pueden cambiar o mejorar ellos mismos”, destaca Cadillo.


Se acaba el recreo y es hora de volver a los salones. Lenin, de 5to de primaria, está usando la laptop al lado del profesor. “Profe, un ratito”, le dice a Cadillo mientras se levanta de su silla sin despegar los ojos de la pantalla. “Así son estos chicos, los tengo que sacar para que vuelvan a sus clases”, y sonríe.



Sigamos adelante
Para alcanzar los premios y el reconocimiento que ha logrado, Cadillo tuvo que atravesar un largo camino. Viene de una familia de maestros, y en el momento en que le tocó elegir una carrera, pedagogía fue lo que sus padres pudieron ofrecerle. La carrera que estudió por obligación terminó en el descubrimiento de una verdadera vocación.

Cadillo mira a sus alumnos a lo lejos, algunos caminando por el patio mientras recuerda sus inicios en la docencia. “Llegaba a casa triste, incluso llorando porque uno pasa toda la semana enseñándole a los chicos, y a la semana siguiente ya no recuerdan nada”, comenta. Para su buena suerte, su familia había pasado por lo mismo que él. Habían sentido la misma impotencia y pudieron aconsejarle para que no pierda la motivación.

Otra cosa que lo ayudó a continuar con sus esfuerzos en innovación fue lo que él llama ‘el bichito de la curiosidad’. “Siempre he querido saber cómo enseñan los mejores maestros”, cuenta con una gran sonrisa que no es necesariamente de alegría, sino de la esperanza de poder convertirse en uno de ellos.


Juan Cadillo - Fundación Telefónica

“Con los alumnos somos muy amigos. Aprendemos juntos”, destaca Cadillo con alegría.
Embajador de la educación 
Acaba el turno escolar y es hora de almorzar. Juan Cadillo abre la puerta de su nueva casa, aún en construcción. Se mudará a dos cuadras del colegio y despertará cada mañana con una gran vista de la ciudad y las montañas tupidas de verde que la rodean. “Voy a levantar un tercer piso, vengan a ver”, dice animado. Uno se da cuenta que no es solo un gran profesor, es una buena persona.

Está comprometido con difundir la importancia de la enseñanza apoyada en la tecnología mediante los espacios que le da Fundación Telefónica como asesor externo. Gracias a ello puede compartir su experiencia con docentes de todo el Perú, así como capacitarlos en el uso de las tecnologías para la educación. 

Sabe que los niños necesitan saber programar, que las carreras de hoy no serán las mismas que se necesitarán en el futuro. Cuando se le pregunta por su constante necesidad de innovar, lo tiene muy claro: “en nuestro país no hay estrategias validadas del uso de la tecnología dentro de las aulas. Recién estamos en ese camino, entonces ¿por qué no trabajar por ello? Por nuestros alumnos”.

Fuente: Diario El Comercio.
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