Hablamos de una de las herramientas fundamentales del
coaching, que además es muy potente en la educación de los niños y niñas: las
preguntas poderosas. Su aplicación pedagógica es indudable y está demostrado
que este tipo de preguntas guían y acompañan el proceso del aprendizaje.
Con el uso de preguntas poderosas en el aula se logra que los
alumnos y alumnas focalicen su atención en las posibles soluciones, creando
nuevos escenarios para afrontar la realidad.
¿Cómo
son las preguntas poderosas? ¿Cuáles son sus beneficios?
·
Son
preguntas abiertas y cortas que no se responden con sí o no.
·
Empiezan
por: qué, para qué, cuál, cuándo, cómo y dónde. Se evita utilizar el “por qué”
con el fin de fomentar soluciones en contraposición a las causas.
·
Generan
consciencia y no juzgan, nacen de la escucha. Evitando así dañar la autoestima.
·
Promueven
la reflexión, no se responden rápidamente. Obligan a concentrarse más de lo
habitual.
·
Desarrollan
la responsabilidad y el empoderamiento.
·
Fomentan
pensamiento proactivo y la creatividad.
·
Preparan
al alumno/a para la apertura a lo nuevo y desarrollan su capacidad de asombro.
·
Predisponen
al aprendizaje y alejan al alumno/a de la verdad absoluta.
Las preguntas poderosas son una manera de educar, fomentar el
aprendizaje y el desarrollo del pensamiento crítico
Como docentes pretendemos que nuestros/as alumnos/as tengan
un pensamiento más reflexivo,
abierto, autónomo y creativo. Darles las soluciones a las dudas y problemas que les
plantean las materias y otras situaciones escolares, sabemos que no les ayuda a
ello, aunque sin ser conscientes a veces tendemos a darlas. Ayudarles a pararse a pensar
y reflexionar sobre lo que está pasando en una situación específica y compleja
no es perder el tiempo. Les proporciona nuevas perspectivas para resolver los
conflictos, respondiendo a un objetivo más grande y deseado.
También es importante que
nosotros/as mismos/as nos hagamos este tipo de preguntas. Por ejemplo,
ante un conflicto donde sientes que tus alumnos/as no te escuchan, en vez de
pensar “¿por qué no quieren escucharme?” es mucho más productivo preguntarse:
“¿qué puedo hacer para comunicarme mejor con mi clase?”. Desde esta perspectiva
no hay culpables sino aprendizaje y un fin educativo beneficioso: en este caso
estás ayudando a que entre todos se mejoren las habilidades de comunicación y,
por tanto, las habilidades sociales. ¿Qué más nos aportan estas preguntas
poderosas? Favorecen la
autoestimulación del aprendizaje (el llamado aprender a aprender) y hacen que
los alumnos se sientan protagonistas del proceso de aprendizaje. Además, nos
ayudan a conocer el nivel de dominio de un estudiante hacia algún concepto o
materia concreta, a centrar la atención de la clase, les implica en debates y
discusiones y elevan la conciencia del alumno/a.
¿Cuándo y cómo empezar
a realizar preguntas poderosas?
Las preguntas poderosas no son una simple
herramienta, sino una manera de educar, fomentar el aprendizaje y el desarrollo
del pensamiento crítico. Solemos usar en su lugar las
preguntas cerradas, con las que sólo conseguiremos una respuesta dicotómica
como un sí o un no, un bien o un mal. Con las preguntas poderosas se abren
multitud de posibilidades que les permiten desarrollar un pensamiento más
completo, investigando en ellos/as mismos/as y en todas las opciones que ni a
nosotros/as se nos ocurrirían. Por ello, se pueden y deben
empezar a plantear desde pequeños, a partir de los 3 años, con preguntas
muy simples para después ir haciéndolas más complejas y abstractas.
Gracias a la neuroeducación hemos
averiguado que el cerebro y sus conexiones se pueden modificar, reforzar… Es
decir, es moldeable. Si comenzamos a usar estas preguntas a partir de
esta edad, estaremos creando las conexiones necesarias para que en el futuro
puedan pensar de forma más flexible, creativa y resolutiva. Primero, las irán
interiorizando y, poco a poco, las irán formulando de manera espontánea,
haciendo el día a día más satisfactorio.
Eso
sí, hace falta tener tiempo para hacerlas, las prisas tampoco son buenas ante
estas preguntas. En este sentido no está de más pensar si estamos en el momento
idóneo para plantearlas, ya que se necesita compromiso y receptividad. Muestra
una actitud curiosa y de interés, profundiza todo lo que puedas, no te quedes
con la primera respuesta. Es importante darles
espacio para que ellos y ellas escojan y tomen las decisiones, después ya
se podrán valorar los resultados de la elección. Cada conflicto, lección, nueva
materia, mejora en el aula, nueva actividad…, es una oportunidad estupenda para
ponerlas en práctica.
Aquí tenemos algunos
ejemplos más:
PREGUNTAS CERRADAS
1.
¿Por
qué has suspendido el examen? ¿Por qué no has estudiado?
2.
¿Por
qué has estado tan distraído en clase? ¿Por qué no has atendido nada en toda la
clase?
3.
¿Por
qué te has enfadado con tu compañero/a?
4.
¿Por
qué ha pasado eso en el patio?
5.
¿Queréis
un rato de juego libre?
6.
¿Por
qué estás bajando tanto las calificaciones?
7.
¿Qué
solución tiene este problema? ¿Has visto la que has liado?
(Comparar cada número con el mismo número
de las siguientes):
PREGUNTAS ABIERTAS Y PODEROSAS
1.
¿Qué
puedes hacer diferente la próxima vez? ¿Qué necesitas para lograrlo?
2.
¿Cuál
es la manera con la que mejor aprendes? ¿Qué actividades llaman tu atención?
3.
¿Qué
es lo que te gusta menos de tu compañero/a? ¿Qué es lo que te ha molestado de
tu compañero? ¿Y lo que más te gusta?
4.
¿Qué
es lo que os ha llevado a hacer eso en el patio? ¿Cuáles podrían ser las
soluciones?
5.
¿Cuál
sería vuestro juego ideal en el colegio?
6.
¿Cómo
sería un año escolar perfecto?
7.
¿Cuáles
serían las opciones y alternativas a este problema?
8.
Una vez
formuladas es importante estar
atento a la respuesta verbal, pero también a la no verbal: el tono, los gestos… Las
emociones que hay detrás son de vital importancia y dan mucha información sobre
el menor. Es indispensable también no juzgarles en sus respuestas. De esta manera,
lograremos respeto y empatía en la relación docente-alumno/a. ¡Los resultados
se perciben antes de lo que a veces imaginamos!
Entonces… ¿Cuándo
empezamos a practicar?
“Una
buena pregunta es una semilla que debe sembrarse para que produzca más semillas,
con la esperanza de reverdecer el paisaje de las ideas.” John Ciardi
Fuente: Educación3.0