Para
los expertos, “cierto nivel de sufrimiento del niño es recomendable”
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un nuevo año lectivo genera en los niños sentimientos
encontrados: por un lado significa que las vacaciones llegaron a su fin, pero
por el otro quiere decir que volverán a reencontrarse con sus compañeros de
clase.
La gran
pregunta que surge antes de empezar un nuevo año es con qué amigo les va a
tocar en el aula, ya que la mayoría de las instituciones medianas y grandes
suelen cambiar los integrantes de los grupos cada vez que comienza un nuevo
ciclo lectivo.
Eso que en los niños puede llegar a
generar cierta inseguridad, para la psicopedagoga y psicóloga Galia Leibovici,
tiene múltiples explicaciones que justifican la decisión.
La primera es que para una institución educativa lo importante
a nivel social es que los niños tengan un fuerte arraigo de identificación,
tanto con la institución como con la generación a la que pertenecen.
“Lo que suele pasar en instituciones
medianas y grandes que no alternan los grupos, es que los niños tienden a
generar fuertes vínculos con los chicos de su clase, pero no llegan a conocer
realmente todos los niños que hay en la generación”, explica. Eso, dice, lleva
a que se pierda la oportunidad de que se vinculen con otros niños que son
afines a ellos.
A su vez, subraya la importancia de
que los escolares, a lo largo de la historia del proceso educativo, “vayan
transitando por diferentes combinaciones que les permitan crecer en sus
vínculos entre pares”, dijo.
La especialista explicó que la
inseguridad en los niños ante un cambio es “esperable” y que muchas veces una
propuesta que se aplica en algunas instituciones para paliar esos sentimientos
es cambiar los grupos cada dos años y no cada uno.
“De todas formas la escuela es la institución social que va a ayudar a los niños a prepararse en muchos aspectos para desarrollarse en la vida. Es importante que aprendan a manejar los cambios, a vencer los miedos y es parte de la ansiedad inicial de todo grupo el adaptarse a la nueva realidad”, aseguró Leibovici.
“De todas formas la escuela es la institución social que va a ayudar a los niños a prepararse en muchos aspectos para desarrollarse en la vida. Es importante que aprendan a manejar los cambios, a vencer los miedos y es parte de la ansiedad inicial de todo grupo el adaptarse a la nueva realidad”, aseguró Leibovici.
“Si no estarían de primero a sexto
año con la misma maestra, con los mismos compañeros, en el mismo salón, por
miedo a que el niño sufra este cambio, y en realidad cierto nivel de
sufrimiento es sano”. Para los casos en que el proceso se torna muy difícil
para el pequeño, Leibovici dice que es la institución educativa la que tiene
que ayudar a la familia a encontrar herramientas para resolver el problema.
“La solución no es protegerlo a
extremo, porque lo que estoy haciendo es evitando que se enfrente a cosas que
va a tener que enfrentarse, tarde o temprano, en la vida”, sostuvo.
Por la rotación.
En esa misma línea, la psicóloga educacional y clínica de
niños y adolescentes Fanny Berger, se mostró de acuerdo con rotar los grupos.
“El cambiar los compañeros ayuda a
los niños a aprender a convivir, a llevarse bien y a adaptarse entre personas
con diferentes caracteres y personalidades”, sostuvo. “Es un desafío para el
niño porque es una forma de que aprenda las vicisitudes de la vida. Es normal
tener miedo al cambio”, dijo. Para ella los padres deben tomar esa situación
con optimismo, escuchar y apoyar a sus hijos.
A la hora de elegir la integración de
las clases, intervienen varios actores: la maestra del grupo, los directores,
el departamento psicopedagógico y el propio niño que a través de un sociograma
elige, dependiendo del caso, entre tres y cinco compañeros con quienes les
gustaría estar en la clase, y desde la institución se comprometen a que al
menos con alguno de ellos le va a tocar.
También está la opción, que se
utiliza en algunos centros educativos, de mantener las clases pero hacer muchas
actividades y propuestas de integración.
Por otra parte, en los casos de los
niños que se cambiaron de institución y son nuevos, es un sistema de apadrinamiento.
“En ese caso, un chico que hace más
tiempo que está en la escuela, lo acompaña los primeros meses en un montón de
cosas que tienen que ver con la adaptación al grupo y a la escuela. Métodos hay
varios. No es que no se considera el proceso de adaptación del niño, sino que
se lo contiene, se lo cuida y se lo ayuda a procesar de la mejor manera”,
aseguró la psicopedagoga Leibovici.
Camila Beltrán
"El País" de Uruguay, GDA