Las estelas de condensación, también llamadas contrails, terminan generando cirros visibles desde el suelo.
Un
estudio realizado por dos investigadoras del Centro Espacial Alemán estima que
el elemento de los aviones comerciales que más poluciona no son sus motores
sino las estelas de condensación que dejan en el cielo, también conocidas como
contrails, esas líneas de nubes que generan a su paso, con una combinación de
la condensación de la humedad en el aire y partículas de carbono que liberan
los motores.
Los
aviones suelen volar a una altitud que los ubica en la parte superior de la
troposfera, donde esa humedad está en forma de cristales de hielo. Con el paso
del avión se agrupan con el carbono de los motores y pasan a estado gaseoso,
formando cirros artificiales indistinguibles de los naturales.
Y
que nada tienen que ver con los chemtrails, claro, que confunden un fenómeno
físico inocente y conocido desde los albores de la aviación con una
conspiración maligna a nivel mundial para fumigar los cielos y a la población.
Y que es falsa: no existen los chemtrails, sí la condensación del vapor de agua
a gran altura.
Las
científicas del Centro Espacial Alemán calcularon, en el trabajo publicado en
Atmospheric Chemistry and Physics, que estas estelas de condensación de agua
están teniendo un impacto mayor en la polución ambiental que los gases de
efecto invernadero que salen de los motores de aviones.
Del
llamado forzamiento radiativo antropogénico (la diferencia entre la radiación
solar que recibe el planeta y la que vuelve al espacio por acción humana) el 5
por ciento viene de la aviación; y de este porcentaje algo menos de la mitad
corresponde a los cirros artificiales que se forman por el paso de los aviones,
es decir, estas nubes artificiales cuya presencia en el cielo se triplicará
para 2050 respecto de 2006.
"La
contribución de las contrails al clima actual es ligeramente mayor que la de
todas las emisiones de CO2 acumuladas desde el inicio de la aviación", le
dijo la investigadora del Instituto de Física Atmosférica del DLR y coautora
del estudio, Lisa Bock, a El País.
El
2 por ciento de los cielos europeos está cubierto por estas estelas de
condensación, que tardan unas 17 horas en disolverse por completo; son las que
mientras están en el aire generan un desequilibrio térmico, ya que estas
estelas de hielo capturan el calor terrestre y dejan pasar el solar, por lo que
contribuyen al aumento general de la temperatura de la Tierra. Además le
"roban" humedad a las nubes generadas de forma natural.
Las
estelas de condensación, también llamadas contrails, terminan generando cirros
visibles desde el suelo. (Foto: Pixabay)
Un
estudio realizado por dos investigadoras del Centro Espacial Alemán estima que
el elemento de los aviones comerciales que más poluciona no son sus motores
sino las estelas de condensación que dejan en el cielo, también conocidas como
contrails, esas líneas de nubes que generan a su paso, con una combinación de
la condensación de la humedad en el aire y partículas de carbono que liberan
los motores.
Los
aviones suelen volar a una altitud que los ubica en la parte superior de la
troposfera, donde esa humedad está en forma de cristales de hielo. Con el paso
del avión se agrupan con el carbono de los motores y pasan a estado gaseoso,
formando cirros artificiales indistinguibles de los naturales.
[
- La impactante fotografía que demuestra lo rápido que se están derritiendo los
polos]
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Y
que nada tienen que ver con los chemtrails, claro, que confunden un fenómeno
físico inocente y conocido desde los albores de la aviación con una
conspiración maligna a nivel mundial para fumigar los cielos y a la población.
Y que es falsa: no existen los chemtrails, sí la condensación del vapor de agua
a gran altura.
Las
científicas del Centro Espacial Alemán calcularon, en el trabajo publicado en
Atmospheric Chemistry and Physics, que estas estelas de condensación de agua
están teniendo un impacto mayor en la polución ambiental que los gases de
efecto invernadero que salen de los motores de aviones.
Ciencias
Los
mapas muestran el calentamiento (medido en milivatios por metro cuadrado)
inducido por las estelas en 2006 (a) y estimadas para 2050 (b). (Imagen: La
Nación/GDA)
Del
llamado forzamiento radiativo antropogénico (la diferencia entre la radiación
solar que recibe el planeta y la que vuelve al espacio por acción humana) el 5
por ciento viene de la aviación; y de este porcentaje algo menos de la mitad
corresponde a los cirros artificiales que se forman por el paso de los aviones,
es decir, estas nubes artificiales cuya presencia en el cielo se triplicará
para 2050 respecto de 2006.
"La
contribución de las contrails al clima actual es ligeramente mayor que la de
todas las emisiones de CO2 acumuladas desde el inicio de la aviación", le
dijo la investigadora del Instituto de Física Atmosférica del DLR y coautora
del estudio, Lisa Bock, a El País.
El
2 por ciento de los cielos europeos está cubierto por estas estelas de
condensación, que tardan unas 17 horas en disolverse por completo; son las que
mientras están en el aire generan un desequilibrio térmico, ya que estas
estelas de hielo capturan el calor terrestre y dejan pasar el solar, por lo que
contribuyen al aumento general de la temperatura de la Tierra. Además le
"roban" humedad a las nubes generadas de forma natural.
Ciencias
Las
estelas de condensación, también llamadas contrails, terminan generando cirros
visibles desde el suelo (Foto: Pixabay)
Según
le dijo a El País el físico atmosférico Rubén de León, a diferencia del vapor
de agua, que absorbe eficientemente el calor del planeta pero no la luz del
sol, "las estelas de hielo son también eficientes en absorber el calor del
planeta y aunque logran reflejar la luz del sol permiten el paso de gran
parte". Es decir: atrapan el calor saliente y dejan pasar el entrante.
"Un cielo cubierto de cirros no suele producir sensación de oscuridad, a
diferencia de las nubes de agua líquida", añade este experto en la interacción
entre radiación y el hielo de las nubes.
Así,
contaminan más que el dióxido de carbono que genera el motor, con la diferencia
notable de que la estela termina deshaciéndose en menos de un día, mientras que
los gases de los motores a combustión nos acompañarán por años. A la vez, los
motores son cada vez más eficientes (y ya están comenzando a volar los aviones
de motores eléctricos) por lo que su polución se reducirá con los años, pero
los contrails se seguirán generando.
Fuente:
La Nación/GDA